CUENTO “UNA ARAÑA DIFERENTE”

Una Araña Diferente es un cuento extraído del libro PELOS. Programa para la estimulación del lenguaje oral y socio-emocional. 1o y 2o de Educación

Todas las mañanas al levantarse, la araña Micaela se miraba en el espejo. Se miraba y remiraba pero nunca se gustaba.

Unos días se encontraba muy gorda, otros días descolorida, y otros, ya, casi ni se atrevía a mirarse, ¡Se veía tan feíta la pobre…!

Así, se sentía muy triste en el rincón del techo de una vieja casa abandonada.

Pensaba en su amigo el gusano, tan elegante y bailarín, tan simpático y juguetón… en su amiga la hormiga, tan trabajadora y siempre sonriente, incluso en su no tan amiga la lagartija, que se resbalaba presurosa de un lado a otro de la casa siempre derrochando energía…

¡Ella se sentía tan poquita cosa…! ¡Se sentía tan desgraciada…! Vestida con esa tela oscurota daba asco, siempre en sitios sucios y abandonados, nadie la miraba con agrado, ni la sonreían, ni la decían cosas lindas, ni jugaban con ella.

Un buen día, mientras la araña Micaela pensaba en las musarañas, llegó a la casa abandonada un nuevo inquilino, un ratón muy sonriente que hacía las delicias de todos los habitantes de la casa…

¡Lo que le faltaba a nuestra araña para seguir sintiéndose aún más poquita cosa…!

La araña Micaela, empezó a no querer hablar, ni jugar, ni tomarse los pasteles con sus amigos, ¡Quién iba a querer jugar con ella ni escucharla estando don ratón que contaba esas historias tan fantásticas…!

Entre quejas y lamentos iban pasando los días, hasta que llegó el día de su cumpleaños.

Mejor no avisar a nadie, porque bien sabía ella que a nadie le importaba. Lo pasaría solita tomando algún bollo especial y dando un paseo tranquilo por el techo ¡Qué otra cosa podía hacer…! Pero cuando se disponía a colocarse su mejor tela, le sorprendió el trasiego de unos pasos que iban y venían por la casa.

Era don ratón, al frente, seguido en tropel por doña lombriz, doña lagartija y don gusano que presurosos parecían preparar algo. Su corazón comenzó a acelerarse, ¡sería una fiesta para ella… ¡No, no podía ser…! ¡cómo iban a acordarse! Y cuando ya se disponía a marcharse, don ratón se dirigió hacia ella, cantando, con un bonito ramo de rosas y todos sus amigos comenzaron a rodearla y a besarla diciéndola:

TE QUEREMOS MUCHO, MICAELA.

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